lunes, 29 de junio de 2015

EL MERCADO DEL NOPAL DE MILPA ALTA Y LA PERVIVENCIA DE LAS NOPALERAS


Nopaleras de Milpa Alta

Texto y fotos. Carlos Lázaro.

Hay en el sur de la ciudad, hacia los cerros y laderas que ocupa la delegación Milpa Alta y que forman parte de los macizos montañosos de la Sierra del Ajusco, una gran cantidad de parcelas cuyo único fin agrícola es la producción del nopal, esa maravillosa planta de hojas comestibles, que es tan propia como elemento de la gastronomía mexicana y a la que se le atribuyen una gran cantidad de atributos alimenticios y médicos. Es una planta tan ligada a la historia de México, que forma parte del escudo nacional, ese mismo donde un águila posada sobre un nopal devora a una serpiente.

Nopaleras de Milpa Alta con el Cerro Teutli

La hoja del nopal es espinosa y se le corta de las pencas cuando todavía está tierna, pues los nopales ya maduros no se pueden comer. Hay diversas zonas nopaleras en México, pero sin duda la más grande es la de Milpa Alta en la Ciudad de México. Hoy en día se contabilizan hasta 7,500 hectáreas dedicadas a la siembra del nopal, con lo que Milpa Alta está al frente de la producción nacional y surte mayoritariamente a la exportación del producto, se habla de una producción  anual de hasta 450,000 toneladas métricas de nopal, una cantidad impresionante.

Los nopales llegan al Centro de Acopio de Milpa Alta

Podría decirse que el gran paisaje de Milpa Alta está hecho de nopaleras, por lo que sus productores buscan todos los días hacer llegar el producto de la manera más fácil a los distribuidores y consumidores directos del producto, debido a esta necesidad, en el año 2000 se creo el Centro de Acopio del Nopal, a tan solo unas cuadras del centro de la comunidad de Milpa Alta. Es un lugar interesantísimo para el viajero, pues permite ver en un solo espacio, parte de la gran dinámica que hay en el proceso de comercialización del nopal, en el que uno ve a los hombres cargando los canastos con nopales y a una gran cantidad de familias dedicadas a dejar -cuchillo en mano- sin espinas el nopal. 

Uno de los comerciantes explicándonos las propiedades alimenticias del nopal 

En una visita por el sur de la Ciudad de México, el recorrido por Milpa Alta, que tiene además un convento del siglo XVI muy interesante y una decena de hermosas capillas, vale siempre la pena incluir una visita al Centro de Acopio del Nopal, en donde además es posible, comer tacos, con nopales recién cortados y preparados en un taco. 

Tacos de bistec con papas y nopales  - Centro de Acopio de Milpa Alta

Convento de la Asunción - Milpa Alta


Nopales sin espinas - Centro de acopio de Milpa Alta


EL CAMINO REAL DE TOLUCA Y SUS MONUMENTOS EN LA CIUDAD DE MEXICO


    Uno de los primeros puntos en el camino entre México y Toluca era la Fuente del Salto del Agua

Texto y Fotos. Carlos Lázaro

Los viejos caminos marcan la historia de las ciudades, a través de estos se generan las migraciones, por donde entran y salen sus pobladores. El Camino Real de Toluca, que permitía la conexión de la Ciudad de México con la zona centro occidente de México, es también un camino con gran historia que hoy en día poco nos detenemos a observar.

El Camino Real de Toluca, es un eje vivo que sin darnos cuenta, muchas veces utilizamos para transitar por la Ciudad de México. Se puede decir que su inicio desde la Ciudad de México era desde la intersección de la actual calle de Pino Suárez y José María Izazaga, y avanzaba por el trazo del viejo acueducto de Belem, pasando por el convento de Belem de los Mercedarios, la antigua fortaleza de la Ciudadela y de ahí en trazo recto por el viejo camino de Chapultepec; pasando junto al antiguo pueblo de indios de Romita, hasta las cercanías del Cerro de Chapultepec y de este hacia Tacubaya, una de las antiguas villas que rodeaban a la Ciudad de México; pueblo este último, que sin duda, está fuertemente marcado por la historia nacional y la del Camino Real de Toluca.

    Con 904 arcos, el acueducto de Chapultepec o de Belem era otro elemento en la constante del Camino Real a Toluca.

No por nada Tacubaya cuenta todavía con eminentes monumentos y espacios que dan fe de su importancia, como el Convento de la Candelaria del siglo XVI y algunas capillas de barrio como lo son San Juan Tlacateco, La Santísima y la misma parroquia de San Miguel Chapultepec, sin olvidar el Templo de San José del convento de San Diego, que hoy es repositorio del Museo Nacional de Cartografía del ejército. También sus antiguas casonas como las de Los Perros, La Bola, La Casa Amarilla, que es sede delegacional e incluso la antigua casa del Obispo Palafox y Mendoza.

 El Edificio Ermita en Tacubaya divide dos caminos, a la izquierda a San Ángel y a la derecha el Camino Real a Toluca

Las intervenciones extranjeras dejan también su marca a lo largo del Camino Real de Toluca, pues es precisamente en Tacubaya en donde ocurre el reclamo del señor Remontel un restaurantero francés en 1832 por unos pasteles no pagados por oficiales del presidente Santa Anna, que concluye en 1838 con el breve episodio intervencionista de la Guerra de los Pasteles en Veracruz. De triste memoria es contar que también Tacubaya y el Camino Real de Toluca fueron el escenario de la Intervención Norteamericana en 1847. Es de aquí de donde sale el ejército norteamericano rumbo a la Batalla del Molino del Rey.

     La Casa de la Bola en Tacubaya, es una de las residencias de Tacubaya en la ruta del Camino Real de Toluca

A partir de Tacubaya, este camino comenzaba a ser llamado el Camino Real de Toluca, que luego iba ascendiendo por las laderas  dominadas por los viejos molinos de Tacubaya (Santo Domingo y Belem de las Flores), hasta el antiguo pueblo de Santa Fe, donde Don Vasco de Quiroga funda en 1531 su primer hospital para la protección de los indígenas y donde también enseña artes y oficios, en su honor el antiguo Camino Real de Toluca lleva en esta parte el nombre de Vasco de Quiroga. Queda todavía en pie, la vieja parroquia y al fondo de la barranca del río Tacubaya la antigua ermita donde habitaba Don Vasco.

   El pueblo de Santa Fe fue fundado en 1531 por Vasco de Quiroga y era paso obligado del Camino Real de Toluca

Luego el camino continuaba sobre la misma loma por lo que hoy son las avenidas Santa Fe y Arteaga y Salazar en un tramo de siete kilómetros, hasta el pueblo de El Contadero, ya en las alturas de Cuajimalpa, de aquel tiempo, El Contadero conserva algunas casas antiguas y su capilla de aires antiguos. Desde El Contadero, algunos viajeros podían desviarse a Cuajimalpa, que queda muy cerca de ahí. como Miguel Hidalgo, Allende y sus insurgentes que se apostaron en Cuajimalpa luego de la gran victoria en la Batalla del Monte de las Cruces.

      La pequeña capilla del pueblo de Contadero está a la vera del Camino Real de Toluca justo antes de La Venta

Otra anécdota del Camino Real de Toluca, es que de esa misma batalla, habrán, se dice, sobrevivido solo un pequeño grupo de soldados realistas, quienes huyendo cuesta abajo llegaron hasta Tacubaya. Uno de ellos, quien a la postre concluiría con la lucha de la Independencia, Agustín de Iturbide.

El Camino a Cruz Blanca desde el Desierto de los Leones nos da la imagen más aproximada del Camino Real a Toluca en medio del bosque

A partir de La Venta, el paisaje cambia y pasa hoy en día de ser ciudad, a los paisajes boscosos de altos oyameles en la Sierra de las Cruces, justo donde se encuentra el Parque Nacional Desierto de los Leones. El trazo de la carretera libre de Toluca se sobrepuso aquí al Camino Real de Toluca un tramo muy próximo al pueblo de San Lorenzo Acopilco y pasando frente al pueblo de La Pila, con su capilla moderna y sus hermosas pinturas de Ángeles.

En este tramo vale mucho la pena, recorrer la terracería que corre a lo largo del muro de la excomunión del antiguo convento del Desierto de los Leones -un camino en medio del bosque- que nos da una idea muy aproximada de cómo era ese viejo Camino Real de Toluca. A través de dicho camino es posible acceder a uno de los monumentos que conforman esta ruta, la antigua Cruz Blanca, una mojonera colonial que se encuentra en lo alto de un peñasco y que era visible desde el Camino Real de Toluca, un recorrido por lo demás recomendable y que es frecuentado por una gran cantidad de deportistas los fines de semana y vale la pena por el contacto con la historia y la naturaleza.

   Cruz Blanca, una antigua mojonera colonial, servía como señal del Camino Real de Toluca en el Ascenso hacia el Monte de las Cruces y la zona de la Marquesa.

Más acá de los elementos de historia antigua que conforman este Camino Real, podemos hablar de los elementos modernos que también lo integran, pensemos en espacios como la Glorieta de los Insurgentes, o los edificios que construyera el arquitecto Juan Segura en Tacubaya, los edificios Ermita e Isabel, grandiosas muestras del Art decó en la Ciudad de México. También, en la Unidad Habitacional Santa Fe, obra de Mario Pani, a unos pasos del Camino Real se encuentra la Concha Acústica que Félix Candela construyera como un elemento para los eventos comunitarios en la unidad. Hay que agregar a esta lista, por supuesto todos los edificios modernos de la zona de corporativos de Santa Fe y que conforman un conjunto único y que muestra de modo claro el gran dinamismo y sentido moderno de la Ciudad de México.

     La Concha Acústica de la Unidad Santa Fe, obra de Félix Candela, elemento moderno del Camino Real de Toluca

Los antiguos Caminos Reales, marcan rutas que aun sin notarlo nosotros, continuamos utilizando, sin embargo, la más de las veces no advertimos su importancia como vías patrimoniales, ni contamos con elementos para señalar su historia y por tanto y a partir de esto, es importante hacer análisis sobre su actualidad y volver a recorrerlos con nuevos ojos para hacer que estos caminos sean verdaderamente nuestros como una posibilidad turística.



viernes, 26 de junio de 2015

SENSORAMA - LA VUELTA AL BOSQUE ANTIGUO


Texto y fotos. Carlos Lázaro

Ya había comentado en un articulo reciente, sobre mi experiencia con el "teatro sensorial", en la obra "colores" del colectivo Sensorama que da sus funciones aquí en la colonia Roma de la Ciudad de México. Y de lo que a mí particularmente me dejó con buenas sensaciones respecto de mi viaje personal durante la obra. Más allá de las recomendaciones generales que compartí con ustedes en ese artículo reciente quiero abordar ahora un segundo texto sobre la misma obra pero ubicado en otra escala. Pues deben saber que una de mis gratas sensaciones fue la de haber entrado a un bosque con la sola experiencia de Sensorama.




Allá por los años 90's me gustaba correr a campo traviesa por las lomas y barrancas del poniente de ciudad. Ya entonces, apenas comenzaba el desarrollo de la zona de Santa Fe. Quedaban algunas lomas sin urbanizar y resultaba delicioso correr por aquellos senderos hacia lo alto de las lomas, desde donde la Ciudad de México tiene algunas de sus vistas más increíbles, sobre todo en esas tardes de finales del verano cuando llueve a la media tarde y se advierte prístina la luz oblicua del sol sobre la cuenca de México. Puede llegar a ser tanta esa claridad, que alguna vez, a simple vista y sin binoculares, advertí desde ese punto alto de la loma, la silueta inconfundible de la Pirámide del Sol en Teotihuacan. Una vista clara de un elemento a 60 kilómetros de distancia. 




Aquellas tardes desde lo alto de las lomas de Santa Fe, te regalan también, hermosos arcoiris y en octubre y noviembre vastas laderas cubiertas de flores. Esas laderas terminan en forma accidentada al descenderlas, regularmente hay angostos y profundos barrancos en cuyo fondo corre el agua. La orografía se repite desde Cuajimalpa hasta Magdalena Contreras, en donde una gran cantidad de barrancas perviven muy a pesar de la tremanda presión urbana. 

Uno de mis sitios favoritos para ir a correr era sin duda la barranca de Atzoyapan, a un costado del Nuevo Panteón Jardín, junto al pueblo de Santa Lucía Xantepec y cerca también del Parque Ecológico de Tarango, que conservaba en buenas condiciones algunas zonas de bosque de encino y tepozán, magueyes y te podía sorprender hacia fines del verano con pequeños escurrimientos de humedad que revelaban el origen de los ríos. En el fondo de la barranca de Atzoyapan los árboles se cubren de musgos, helechos y todo tipo de plantas hepífitas, hay momentos en que la neblina surge y si seguías el curso de otra pequeña barranca que alimentaba a la principal, encontrabas un curso de agua clara y espacios de naturaleza increíble. 




Un día, después de correr me detuve en un remanso rodeado de encinos añejos y musgosos, había en el lugar una profunda paz y un aroma a bosque húmedo inundaba el ambiente; cerré los ojos y al abrirlos, estaba ahí, delante mío, fijo en su vuelo, un hermoso colibrí que permaneció un buen rato frente a mí, sin duda una de las visiones más hermosas que haya tenido en mi vida. 

La vida te lleva luego por otros caminos y confieso que hace ya algunos años que no voy por los rumbos de la Barranca de Atzoyapan, sin embargo y regresando a Sensorama quiero compartiles que parte de mi experiencia tuvo a través de las texturas  y olores de las hierbas aromáticas que vas encontrando a lo largo de la obra, me fue posible re conectar ese bosque de encinos en mi mente, y me di cuenta que aquel bosque con su barranca me habita desde siempre, que bastaba mirar en mi interior y a través de la manzanilla, la hierbabuena y el tomillo entre otras para volver a recorrer esas laderas de flores que es posible todavía encontrar en las barrancas al poniente de la Ciudad de México. Desde esta vista interior en Sensorama, debo decirte como lector, que a pesar de tener los ojos cubiertos y reconocer luces y sombras, además verás los árboles y percibirás la vida del bosque antiguo. Esa fue al menos en mí, la gran experiencia. Quizá en tu caso encuentres otros elementos, como una montaña, un campo de siembra o porque no, también el mar. 

Para más información. Dejo aquí la información de Sensorama. 

San Luis Potosí 199, 9o piso, Col. Roma
CP: 06700, México, D.F.
Teléfonos: +55 (52) 19982586 y 19982587
http://sensorama.mx/





 





miércoles, 10 de junio de 2015

CUANDO EL AEROPUERTO DE CIUDAD DE MÉXICO SEA EL PULMÓN METROPOLITANO DE ORIENTE

(Primer Lugar) “Paisajes de Inclusión” de dos arquitectos, Ana Sabina Martínez Feria + Bogdan Mircea Llie

Texto y fotos. Carlos Lázaro

En los próximos años (2018-2020) la Ciudad de México estará estrenando un nuevo aeropuerto internacional en la zona del antiguo lago de Texcoco. La ciudad apuesta su futuro en la construcción de esta obra muy necesaria y que se encuentra entre las principales obras en construcción a nivel mundial en la actualidad. 

  
Ya que es bien sabido que la Ciudad de México y su terminal aérea actual viven desde hace años una tremenda saturación, que le impide posicionarse entre los aeropuertos más importantes del mundo. Ante la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, (NAICM),  la actual terminal, el (AICM) quedará en desuso total y tendrá que cerrar operaciones.


Con lo que un área muy apreciable de 746 hectáreas dentro de la ciudad tendrá que ser reciclada de alguna forma que sirva en conjunto con el nuevo aeropuerto para catapultar a la Ciudad de México como el “Hub”, destino aéreo y punto de conexiones más importante de América Latina y también establecerlo como uno de los principales en el mundo. Favoreciendo del mismo modo su desarrollo como un destino turístico. 

Arquine, una revista esencial de crítica arquitectónica y urbanismo, con sede en la Ciudad de México, junto con el Museo de la Ciudad de México, presentó el pasado 13 de Mayo una exposición sobre los proyectos ganadores del concurso, “Pulmón Metropolitano de Oriente” que fue convocado por Arquine para anticipar “pre-ver” el destino de esas 746 hectáreas, mismas que representan una gran y única oportunidad para recomponer la Ciudad de México hacia un modelo de desarrollo urbano de carácter sustentable.

Victoria Wimer, Sofía Fernández, Lanina Salon, Valeria Micou - ¿Se puede volver a lograr un equilibrio entre el hombre de la ciudad y la naturaleza?


La muestra que se exhibe hasta el 21 de Junio, comprende 12 trabajos elegidos de un total de 178 propuestas que en general giran sobre la necesidad de crear grandes áreas verdes y la inclusión de amplios cuerpos de agua en esta zona que antiguamente fue parte del lago de Texcoco.  El proyecto ganador “Paisajes de Inclusión” de dos arquitectos, Ana Sabina Martínez Feria + Bogdan Mircea Llie, sigue este precepto, con la inclusión del desarrollo habitacional, pero donde, el regreso del agua es un elemento fundamental, así como la conexión con la amplia mancha verde del Bosque de Aragón.


Esta exposición resulta de gran interés porque muestra claramente el gran interés y potencial que existe para generar proyectos que mejoren la calidad de vida de la Ciudad de México. Imaginemos la ciudad. El “Pulmón Metropolitano de Oriente” está pues en sus últimos días de exposición en el patio central del Museo de la Ciudad de México en el Centro Histórico.

Laura Cristina Treviño Díaz, Ángela Mourey Lopez Negrete - Simplemente Añada Agua (segundo lugar)

El Borde y el Vacío, (Tercer Lugar), Adriana Rodríguez, Marcelo Sánchez, Dante Borgo, Yiannis Tsoskounoglou, Laura Montaño. Quéretaro.  

           Lago Purificador - (Mención Honofírica) Sun Goo Yang - Nueva Yersey EUA


Enclave de Inclusión - McLean Cutter - Michigan EUA

                             Un Nuevo Hito - Kimberly Daul - Los Ángeles EUA

martes, 9 de junio de 2015

MIXCOAC Y LAS CASAS DE OCTAVIO PAZ Y JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI


                   Casa de José Joaquín Fernández de Lizardi - Plaza Jaúregui en Míxcoac

Texto y Fotos. Carlos Lázaro.

Entre los hermosos barrios que se entretejen la Ciudad de México, Mixcoac es sin duda uno de los menos explorados por los caminantes de la ciudad, contrario a otros barrios sumergidos en el ambiente festivo junto con fascinante vibración urbana de los fines de semana en lugares como Coyoacán o San Ángel; el viejo centro del barrio de Mixcoac, no muy lejano de los dos anteriores, ha sabido mantenerse silencioso y pleno de lugares encantadores envueltos de arquitectura de muy diferentes épocas, listo para desplegar una tranquila caminata por sus calles de aires antiguos.

Mixcoac fue un pueblo integrado a la Ciudad de México durante la primera mitad del siglo XX, antes de eso fue utilizado como una villa vacacional por un gran número de familias provenientes de la Ciudad de México que allí asentaron sus casas de campo y veraneo, tal y como la sociedad del siglo XXI lo hace con lugares como Acapulco, Tepoztlán o Valle de Bravo, eso explica que Mixcoac aun conserve casas solariegas y elegantes, que en sus orígenes incluían hermosos huertos y jardines, tales como la Casa Serralde, la Casa Limantour que hoy es sede del Colegio Williams o verdaderas evocaciones europeas como la casa Frehoof Evers.

De origen prehispánico, Mixcoac, conserva su antiguo nombre que evoca a una “serpiente de nube”, nombre que como una metáfora poética nos trae a la otra naturaleza del antiguo pueblo, la de sus artistas y personajes ilustres, entre quienes destacan dos figuras de renombre y cuyas antiguas casas permanecen en pie como un testimonio de la grandeza de su tiempo.

Por una parte tenemos a don José Joaquín Fernández de Lizardi, autor en 1816 de “El Periquillo Sarniento”, una historia satírica en la que se describe la atmósfera y costumbres de la Nueva España en sus últimos años como colonia. De hecho la novela dicha novela fue censurada a su publicación, debido a su contenido en favor de la insurgencia; hay que connotar que con ésta obra totalmente escrita en su casa de Mixcoac, Fernández de Lizardi se ubicó como el primer novelista de América. La casa aún se conserva como un anexo de la Universidad Panamericana, no muy lejos del antiguo convento dominico del Siglo XVI, muy conocido pues ha sido utilizado como un set recurrente para las bodas de algunas telenovelas mexicanas.

 Plaza de San Juan con la Casa de Octavio Paz al Fondo - Mixcoac

El otro personaje de Mixcoac que no se debe dejar pasar en una visita turística a este barrio, es sin duda Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990, quien a lo largo de su obra poética realiza una gran cantidad de referencias a Mixcoac, su pueblo y su memoria, sobre todo en su libro “Vuelta” de 1971 nos deja ver  la transformación del antiguo pueblo en un barrio más de la Ciudad de México:

Mixcoac fue mi pueblo: tres sílabas nocturnas,
un antifaz de sombra sobre un rostro solar. 
Vino Nuestra Señora, la Tolvanera Madre.                       
Vino y se lo comió.  Yo andaba por el mundo.                                          
Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire.


La casa de Octavio Paz, permanece en pie junto a la casa que fuera del también célebre Valentín Gómez Farías, hoy Instituto Mora, en la plaza del barrio de San Juan, una de las antiguas y pequeñas poblaciones que rodeaban Mixcoac y de las que cada una conserva su antigua capilla, como La Candelaria, San Lorenzo Tlacoquemécatl, San Juan Xochimanca. La antigua casa de Octavio Paz es utilizada hoy en día como un convento de monjas, de los que abundan en el barrio. Mixcoac forma parte de la memoria viva de la Ciudad de México. 

                                            Casa de Octavio Paz - Mixcoac