Texto y fotos. Carlos Lázaro.
La aventura de conocer la
Ciudad de México - CDMX- no es algo que se tenga que hacer necesariamente
solo. Pues además es algo que lleva necesariamente una buena parte de la vida.
Estamos hablando de una de las concentraciones urbanas más grandes del mundo,
misma que aglutina a cientos de antiguos pueblos originarios que han conformado
a partir del siglo XX una mancha urbana continua y extensa. La Delegación
Xochimilco, localizada al sur de la metrópoli es el ejemplo tácito de este
aglutinamiento en el que sus antiguos pueblos han sido literalmente absorbidos
por el crecimiento urbano.
Sin embargo se caracteriza
por ser una región en la que las tradiciones populares perviven y es sin duda
hasta nuestros días, una de las potencias turísticas con las que cuenta la gran
ciudad, pues, quien que viene aquí, no tiene ya conocimiento previo sobre sus
famosos canales y antiguas chinampas, que cuentan, junto con el Centro
Histórico de la Ciudad de México, con la placa que lo identifica como un sitio
del Patrimonio Mundial ante la UNESCO.
Más, no solo canales hay
en Xochimilco, sino tradición viva y sus antiguos pueblos resguardan sorpresas
que no siempre los viajeros y turistas llegan a conocer, ya sea por falta de
tiempo, o por falta de información o acceso.
Unos días antes de que
concluyera 2015 tuve oportunidad de hacer un recorrido en el pueblo de Santa
Cruz Alcapixca, uno de los antiguos prehispánicos a la orilla del lago y
dispuesto en el camino entre Xochimilco y Milpa Alta. Santa Cruz se caracteriza
por ser uno de los lugares que conservan más sus tradiciones y resguardan un
amplio patrimonio cultural representado por los petroglifos de la zona
arqueológica de Cuauhilama, así como por su sencilla parroquia y una capilla
hermosa, así como por ser uno de los sitios donde tradicionalmente se produce
el dulce cristalizado e incluso alberga la feria anual que se luce en
diversidad y sabor.
Mi recorrido estuvo guiado
esta vez por los Vigías del Patrimonio, grupo constituido a partir de una
iniciativa de Conaculta, que busca constituir grupos de jóvenes en sitios que
preservan un patrimonio cultural rico y diverso y en el que ellos puedan fungir
como difusores y promotores de este patrimonio, ya que de su conocimiento y
difusión se propicia el cariño y la conciencia que evitan la desmemoria y la
destrucción de éste. Por ello, los fines de este programa son particularmente
nobles y de su activación puede depender el reconocimiento y preservación de
nuestro patrimonio cultural tangible e intangible.
Me ha dado particular
gusto el encontrarme como parte de este equipo a mi amiga Jennifer Correa, la
Flor Más Bella del Ejido, en 2013 y que sin duda fue una extraordinaria
embajadora de la Ciudad de México durante su reinado, que estuvo sin duda lleno
de grandes experiencias, y cientos de eventos en los que Xochimilco se
convierte en la gran estrella en lo que a preservación de cultura y tradiciones
se refiere. Así pues de la mano de nuestros amigos Vigías del Patrimonio,
asistimos a Santa Cruz Alcapixca en pos de la sorpresa.
Nuestro recorrido inició
en la antigua Casa de Bombas de Alcapixca, que además de ser hoy un muy
Interesante Museo Arqueológico, se encuentra en la antigua orilla del lago,
todavía hasta hace unos años un canal llegaba hasta la parte trasera del museo,
y es posible que de haber buen interés, este canal vuelva a ser habilitado con
fines turísticos. Sobre la Casa de Bombas es triste pensar que a lo largo de la
orilla de la montaña, hacia el final del porfiriato se dispuso en tremendo
acueducto que se quedó con el agua de los manantiales que alimentaba a los
canales, y que a la postre provocó un desequilibrio ecológico en la zona. Este
acueducto porfirista todavía surte agua al centro de la Ciudad, llegando el
vital líquido hasta las bombas de la Colonia Condesa.
Seguimos hacia la montaña,
solo un poco y luego de una breve cuesta llegamos al sitio de dicho acueducto,
en donde pudimos ver un antiguo respiradero, con una casa de guardia arriba,
que hoy en día ha sido habilitada como capilla por la comunidad. Seguimos por
el trazo del acueducto hasta llegar a la capilla del Salvador del Mundo, de estilo neoclásico que preside su barrio y era desconocida para mí, significándome una afortunada
sorpresa.
Luego, los guías del
patrimonio nos llevaron hacia el centro de la población en pos de los antiguos
lavaderos comunitarios, mismos que son tradición viva pues todavía están en uso
y se construyeron justo donde quedaba el o queda el último manantial vivo de la
zona, aunque nos mostraron fotografías antiguas de un mundo acuático que ya no
existe más. Además, los vigías prepararon junto con algunos actores de Xochimilco, una representación sobre la leyenda del Charro Negro.
En el centro de la
población, frente a la iglesia de la Santa Cruz, asistimos a los talleres que
con motivo de aquel recorrido se realizaban, y en donde los niños de la
comunidad tuvieron oportunidad de conocer las técnicas de elaboración de las
chinampas y las trajineras. Rescate de la memoria y sus tradiciones. Memoria
del agua.
Luego, con aquel sol
tremendo me fui hacia la zona arqueológica de Cuauhilama en la orilla del
pueblo, pero esta, es en realidad otra historia. En hora buena por los Vigías
del Patrimonio de Xochimilco, donde hay en efecto mucha memoria, monumentos y
tradiciones que preservar.
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Las fotos de las lavanderas es en Tláhuac el canal de los reyes
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