Las
ciudades tienen que recuperar constantemente la memoria de sus grandes
artistas, esos que solo el filtro del tiempo logra conservar, a veces solo de
manera parcial, porque seamos también honestos con el arte y con la historia,
"no todo es para siempre", así que el gran reto de todo artista y de
toda sociedad es que esas obras, sustanciales para comprender su estatus y
realidad en el tiempo, sobrevivan primeramente al tiempo y al olvido, pero
también a otros factores como las guerras, los desastres naturales y a la
especulación inmobiliaria.
Esto último, sobre todo pensando en el patrimonio construido de las ciudades, en las que el avasallamiento de la modernidad y los procesos de comercialización derivados de la presión de los mercados y el corporativismo, dejan en entredicho la pervivencia de esos sitios que en nuestro andar cotidiano como meros habitantes de una urbe, no podemos defender del todo -menos aun si desconocemos su valor en la memoria- ante el hambre permanente de los inversionistas.
De tal modo el mercado presiona sobre la necesidad de construir en ese lugar, donde estaba una casa o un edificio de O'Gorman, de Barragán, de Pani, de Juan Sordo Madaleno, de Enrique Carral, Vladimir Kaspé o de Félix Candela, por citar algunos nombres de autores de edificios que algún día vieron el letrero con el permiso para su demolición parcial o total, que suscitaron o no alguna controversia, que implicaron o no una argucia legal o administrativa que facilitara su hecatombe y ruina.
Esto último, sobre todo pensando en el patrimonio construido de las ciudades, en las que el avasallamiento de la modernidad y los procesos de comercialización derivados de la presión de los mercados y el corporativismo, dejan en entredicho la pervivencia de esos sitios que en nuestro andar cotidiano como meros habitantes de una urbe, no podemos defender del todo -menos aun si desconocemos su valor en la memoria- ante el hambre permanente de los inversionistas.
De tal modo el mercado presiona sobre la necesidad de construir en ese lugar, donde estaba una casa o un edificio de O'Gorman, de Barragán, de Pani, de Juan Sordo Madaleno, de Enrique Carral, Vladimir Kaspé o de Félix Candela, por citar algunos nombres de autores de edificios que algún día vieron el letrero con el permiso para su demolición parcial o total, que suscitaron o no alguna controversia, que implicaron o no una argucia legal o administrativa que facilitara su hecatombe y ruina.
El pasado 6 de marzo, en el contexto del Festival Mextrópoli, acudí con gran gusto al Museo
Experimental "El Eco", un sitio de memoria afortunada, el sitio
primigenio de la "Arquitectura Emocional" para la presentación
oficial de la Guía Goeritz. El lugar se abarrotó por una gran cantidad de jóvenes estudiantes bajo un sol que por momentos fue refulgente y poderoso, como la portada dorada de este libro.
La guía se presenta en un hermoso ejemplar dorado -emulando algunas de las obras artísticas de Mathías Goertiz- en un formato de bolsillo, que a lo largo de sus 190 páginas compila la obra pública del artista, un total de 41 obras distribuidas en México, Cuernavaca, Monterrey, Toluca, Acapulco y Mérida y en cuyo universo, es la Ciudad de México la que más obras concentra de Mathías Goeritz.
La guía se presenta en un hermoso ejemplar dorado -emulando algunas de las obras artísticas de Mathías Goertiz- en un formato de bolsillo, que a lo largo de sus 190 páginas compila la obra pública del artista, un total de 41 obras distribuidas en México, Cuernavaca, Monterrey, Toluca, Acapulco y Mérida y en cuyo universo, es la Ciudad de México la que más obras concentra de Mathías Goeritz.
La guía publicada por Arquines, fue presentada por sus autores, Christian del Castillo y
David Miranda acompañados por Paola Santoscoy y Daniel Garza Usubiaga. Con este nuevo título, la Guía Goeritz, se viene a sumar a otros
libros importantes que impulsa dicha editorial en pro del reconocimiento y la memoria
de la arquitectura del siglo XX, como lo son la Guía O'Gorman, la Guía Barragán
y 100 x 100 arquitectos del siglo XX en México.
En hora buena por la aparición de la Guía Goeritz
que se inscribe desde ahora en el panorama de las librerías y nos permite
avizorar los sitios y las cronologías de Mathías Goeritz, un autor de sitios
tan emblemáticos como "El Eco", el Las Torres de Satélite -junto con
Barragán-, el Espacio Escultórico de la UNAM, La Osa Mayor, en el contexto de
la Ruta de la Amistad, la Corona del Pedregal, o la Corona de la FES Aragón, o
el Bosque de las Columnas del Hotel Camino Real y su Celosía de acceso entre
otras, que seguramente sorprenderán al lector y pondrán en un justo contexto de
importancia la obra de Mathías Goeritz, en su valor histórico, cultural y
turístico para la CDMX y para México.
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