Texto y fotos. Carlos Lázaro.
No hay en realidad un Día de Muertos sin la reflexión de los
vivos, durante mi tercer recorrido conociendo las ofrendas de la Ciudad de
México, caigo en esa misma reflexión de la vida y nuestra celebración sobre la
muerte. La fiesta de los muertos en México tiene ese tinte de color y de aromas
que no tiene ninguna otra celebración a lo largo del año, una celebración desde
el mundo de los vivos que a través de luces, colores y de aromas, invitan a ese
mundo de los muertos a recorrer de vuelta los caminos, volver a casa, compartir
de nueva cuenta la mesa, recordar un poco como era aquella vida juntos, cuando
todavía estaban presentes, los que se fueron al reino de los muertos, el mítico
Mictlán donde reposan sus almas.
Envuelto en estas sensaciones voy recorriendo un espacio
emblemático como lo debe ser un panteón en esos días. Creo que una parte
importante de esta celebración se lleva a cabo precisamente en los panteones,
no solo entre las ofrendas de los hogares de los capitalinos, que deben contar
también con una gran cantidad de bellos altares de muertos y que solo son
vistos por sus habitantes y con suerte, unos cuantos vecinos.
1.- PANTEÓN DE DOLORES
Mi tercera jornada, del día 2 de Noviembre y que solo les
comparto hasta el día de hoy, se llevó a cabo en dos lugares muy concurridos
durante las celebraciones de Día de Muertos, por una parte, acudí al Panteón de
Dolores, famoso porque además del panteón, resguarda a la Rotonda de los Hombre
Ilustres, en donde reposan los restos de algunos de los mexicanos que le han
dado fama y gloria a este país a través de sus descubrimientos, investigaciones
y exploraciones en todos los ámbitos. La visita al Panteón de Dolores resulta
emocionante porque además de tener contacto con la tumba de todas esas
luminarias, uno se adentra en sus pasillos y nota la gran cantidad de familias
que están en el cariño del recuerdo, limpiando tumbas, comiendo junto al muerto
y quemando copal, algunas tumbas son decoradas con emoción y gracia.
2.- OFRENDA MONUMENTAL DE CIUDAD UNIVERSITARIA
Ya por la noche acudí a visitar la tumba monumental que se
coloca cada año en la Ciudad Universitaria. Este año se colocó en la periferia
del Estadio Olímpico, sede principal de la olimpiada de 1968 y creo que fue un
gran atino ya que eso permitió una disposición más sencilla de todo el público
que recorrían con emoción una gran cantidad de ofrendas dedicadas a José María
Morelos en el segundo centenario de su aniversario luctuoso, mismas que fueron
montadas por una gran cantidad de escuelas desde secundarias hasta
universidades a invitación de la universidad.
Y como el Día de Muertos pasa muy rápido, dejemos para el
año siguiente un nuevo recorrido por las ofrendas de muertos de la Ciudad de
México.
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