Texto y fotos. Carlos Lázaro.
Un día crees que ya conoces lo suficiente la CDMX, has andado por aquí y
por allá, fuiste incluso a exposiciones e hiciste filas de horas para ver la
obra de Anish Kapoor (Arqueología, Biología) y Yayoi Kuzama (obsesionada
con su mundo moteado), hiciste filas de horas hace años para ver piezas
magníficas del antiguo Egipto y también, recientemente, hiciste tu reservación
por internet, no sin problemas técnicos previos para ingresar a ver la Capilla
Sixtina en la explanada del Monumento a la Revolución.
También hiciste con rapidez el rally de museos que se organizó para
conmemorar el Día Internacional de los Museos el pasado mes de Mayo y llenaste
tu planilla de sellos recorriendo cada uno de los museos que aparecieron en la
lista. Al final recibiste merecidamente un premio que te hará repetir la
experiencia el año entrante.
Tu vida, pues, como habitante de la Ciudad de México, tiene algo
intenso de exposiciones y museos. No hay un mes en que no recorras alguno de
sus recintos culturales. Al fin todas ellas experiencias multitudinarias.
Siempre vas en pos de aquellas cosas que hacen ruido y que le dan novedad a la
urbe del Anáhuac.
Sin embargo, déjame decirte que hay un museo que es casi seguro que no
conozcas en tu ciudad. Y que vale mucho la pena por la historia y vida que
atesora. Aquí desvelaremos alguno de sus misterios.
México tiene entre otras cosas una larga tradición en títeres y
marionetas. Que aunque en otras partes del mundo, se remontan al tiempo de los
griegos, en México, la usanza se ubica apenas a partir del siglo XIX con una
familia de titiriteros, cuyo eco resuena en el nombre de la cultura mexicana,
la familia Rosete Aranda.
El teatro de muñecos no era cosa ajena entre las culturas indígenas
mesoamericanas, hasta nuestros días han llegado algunas piezas o figurines
cuyas extremidades y cabeza se unían al tronco del personaje con hilos. Pero la
tradición mexicana actual, toma su raíz de los titiriteros del siglo de oro
español, ese siglo XVIII que fue la cúspide del periodo barroco.
De entre estos titiriteros, emerge un personaje en el siglo XX quien
viene a dar nueva vida a muchos de los maltratados títeres facturados por la
familia Rosete Aranda. El maestro Alberto Mejía Barón, conocido como Alfín,
Quien establece un taller con aprendices, en donde se restauran viejos títeres,
pero también se crean nuevos personajes. A partir de 1995, con un gran
esfuerzo, el maestro Alfín, va consolidando un espacio en el bonito callejón de
Julio Ruelas 22, al que posteriormente se llamará Centro Cultural y Museo Alfin
Rosete Aranda.
Es en este espacio en donde, en el año 2010 se abre oficialmente al
público y donde nos recibe siempre muy amablemente su director, el maestro
Héctor Mendoza Heinze, quien habiendo sido un aprendiz del maestro Alfín,
hereda este espacio que cuenta hoy en día con 77 títeres de los que 7 son
antiguos títeres de la familia Rosete Aranda. Desde este espacio, Héctor les da
cariñosamente una nueva vida y presta voz a los personajes que comprenden esta
amplia colección de títeres del museo y que por otra parte ha sido un
aventurado actor con una trayectoria ya de años.
A mí, en una forma muy particular, me ha sorprendido mucho este espacio,
estoy cierto, y creo en la afirmación que me da el maestro Héctor, que los
títeres tiene vida propia, -quien conduce sus hilos solo les presta, pues, la
voz- . Hace unos días, el maestro Héctor, me convido de una fabulosa experiencia
en la que pasaron por el escenario títeres de de Doña Toña la Negra, cantando
una de mis canciones favoritas, "Azul", el mismo Agustín Lara estuvo
ahí, tocando el piano, -de hecho a mí me permitió controlar la marioneta del
Flaco de Oro, lo que me provocó gran emoción. Fabulosas son las frases célebres
que el títere de Van Gogh expresa:
« Sueño con pintar y luego pinto mis sueños. »
« No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta. »
« No olvidemos que las pequeñas emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta. »
Y otras tantas, frases más, luego Héctor nos condujo al otro pequeño
teatro, dentro del mismo centro cultural en donde pudimos ver la obra de
Pinocho y el Hada Azul. Momento alegre de una tarde en que vi mi vida reflejada
en la vida misma de los títeres del museo Alfin. No menciono que el teatro de
títeres sea algo necesariamente para niños. En ellos está la gran chispa, pero
como sea, los títeres son sobre todo para el niño, que los adultos llevamos
dentro.
Para presenciar una obra de títeres apunten y hagan una cita dominical
con el maestro y con sus títeres. La obra y el recorrido por el museo tienen un
costo de 100 pesos.
LIC. HÉCTOR MENDOZA HEINZE
DIRECTOR DEL CENTRO CULTURAL ALFÍN ROSETE ARANDA
MUSEO DE MARIONETAS ALFÍN, COLECCIÓN DEL MAESTRO TITIRITERO ALBERTO
MEJÍA BARÓN
CENTRO CULTURAL ALFÍN ROSETE ARANDA
ABRIMOS TODOS LOS DOMINGOS DE LAS 11 AM A LAS 6PM
JULIO RUELAS 22, COL. SAN JOSÈ INSURGENTES, DEL. BENITO JUÁREZ,
C.P. 03900, MÈXICO, D.F.
ABRIMOS TODOS LOS DOMINGOS DE LAS 11 AM A LAS 6PM
FUNCIONES DE "ROMEO & JULIETA EN PICCOLO" Y OTROS AMIGOS
12,13:30, 3:30 Y 4:30
CEL. 0445514618519
Museo de Marionetas "Alfín", colección de Alberto Mejía Barón*
facebook: museodemarionetasalfinmexicodf@yahoo.com
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