Texto y Fotos. Carlos Lázaro
Ya algunos
amigos que me conocen y me hacen el honor de leer estas líneas seguramente
saben de mi gran amor por las antigüedades. Algunos sabrán que es un mundo que
no me resulta del todo ajeno. Amo los muebles antiguos, los bargueños barrocos,
junto a los que sentarse para escribir una carta en garigoleados moldes
son a mis ojos siempre objetos venerables del tiempo pasado.
Las
antigüedades han fascinado siempre a quienes gustan del arte. Los objetos
antiguos son atesorados más allá de los museos y se describen en fantásticas
colecciones, resguardadas por familias de coleccionistas en las que el amor por
lo antiguo resulta innegable y se hereda en familia de generación en
generación.
La Ciudad
de México, una de las capitales culturales del mundo, no queda al margen sobre
este tipo de fascinación y sin duda resguarda algunas de las colecciones de
objetos antiguos más sobresalientes del orbe, pues no solo atesora objetos del
pasado, sino que crea con una vehemencia loca nuevos objetos de arte que en el futuro
formaran parte de esas colecciones de tiempos pretéritos y muchas veces
envueltos en el halo de su respectivo tiempo.
La galería
Viriathus había llamado mi atención desde hacía algunas semanas con sus objetos
predispuestos en un balcón de aires antiguos en la colonia Roma. Al darme un
tiempo para ingresar a aquel universo de objetos fue muy grata mi sorpresa al
ver que la colección era más grande e interesante de lo que yo en realidad
anticipaba.
Desde
sencillas bolas de beisbol de pátina añeja hasta maletas de viaje y mapas de
tierras remotas retratadas en un tiempo ya perdido, balanzas y pesas en desuso
y cajoneras de madera reluciente, pero todo aquello, cada objeto, contando una
propia historia en esa asamblea de objetos antiguos, cada objeto dueño de una o
varias historias, aguardando en la galería a que llegue un nuevo dueño que le
dé otro sentido, un capítulo nuevo al objeto apreciado en cuestión.
Es por esto
mismo que las galerías de todo tipo de arte, no solo antiguo, sin también
moderno, forman justamente una parte del atractivo cultural y turístico de una
ciudad. Viriathus me contagia ese gusto por lo antiguo, sus piezas bien
dispuestas, sí como parte de un cuadro perfecto, en el que cobran nuevo
sentido a través de la composición, conformando momentos plásticos sugerentes,
de tal forma que el objeto pertenece a una composición, pero a la vez llama la
atención del ojo avizor, que piensa, necesariamente, que sería un buen objeto
para completar una colección propia.
Viriathus
está en Mérida 10, Colonia Roma. #CDMX
Viriathus - Localización#CDMX
#Viriathus
#GaleríasCDMX
#PromociónCDMX
No hay comentarios:
Publicar un comentario